Por: Colaboración de Fran Mata (colegiado número 55.523) en Aragón Radio
La actividad física es sinónimo de salud y por suerte hoy en día cada vez más personas creen en esta premisa, incluyendo el hábito de realizar ejercicio en sus vidas.
Debido a esta creciente demanda de actividad física, cada vez se organizan más eventos deportivos, habiéndose popularizado mucho algunas pruebas muy exigentes como maratones y trails de montaña, o actividades muy intensas como el HIIT o el Crossfit dentro del mundo del fitness. Pruebas que someten al organismo a esfuerzos muy intensos y que requieren de un gran estado de forma y de salud.
Sin embargo, a menudo son realizadas por deportistas ocasionales que no tienen la preparación física suficiente, el rango de edad de los participantes es cada vez más amplio y rara vez han pasado antes un reconocimiento médico para saber si su organismo está preparado para soportar estas demandas tan altas.
Todo ello puede elevar el riesgo de sufrir algún episodio cardiovascular, infartos o incluso la temida muerte súbita, que por desgracia alguna vez se manifiesta en el deporte.
Ante esto, la mejor herramienta de prevención es realizar un reconocimiento médico deportivo para saber si estamos en condiciones de realizar nuestro deporte, sobre todo si este es muy exigente. Algo que, según Fran Mata, debería ser requisito imprescindible para poder inscribirse a este tipo de pruebas como ya ocurre en otros países europeos. Muchas personas creen que sometiéndose a los chequeos médicos periódicos es suficiente, pero debemos tener en cuenta que estas revisiones observan cómo funciona nuestro organismo en reposo y no ante los esfuerzos intensos que suceden en el deporte. Nuestros órganos (corazón, pulmones, etc.) pueden satisfacer sin problemas las demandas de la vida diaria pero pueden no hacerlo al someterlos a grandes esfuerzos. De hecho, hay cardiopatías que no se manifiestan en reposo y sí lo hacen al hacer ejercicio, señaló Mata.
Por eso es recomendable completar esos chequeos médicos con un reconocimiento médico deportivo que incluya una prueba de esfuerzo. Si vamos a someter a nuestro organismo a grandes esfuerzos, tenemos que observar cómo son las respuestas fisiológicas que se producen ante esas demandas tan altas. De esta manera, el médico observará cómo responde nuestro organismo ante el esfuerzo, detectando los factores de riesgo si los hubiera y nos dirá si somos aptos para realizar un tipo de actividad física u otra.
Una vez pasada nuestra “ITV particular”, es esencial informar de los resultados obtenidos a nuestro Educador Físico.
En caso de haber detectado alguna anomalía, como respuestas hipertensivas ante el ejercicio o algún tipo de sufrimiento cardiaco durante la prueba, debemos ponerlo en conocimiento de nuestro Educador Físico para que planifique nuestro entrenamiento de manera individualizada y acorde a nuestras características, minimizando así los riesgos y velando por nuestra salud.
Lo mismo ocurre en el caso de que todos los resultados obtenidos hayan sido satisfactorios. La prueba de esfuerzo no sólo nos informa sobre el estado de salud del deportista, también nos da a los técnicos una información precisa sobre su estado de forma actual, sirviéndonos como herramienta de evaluación y control del entrenamiento. De ella obtenemos una serie de parámetros muy valiosos para el control de las cargas como el Consumo máximo de oxígeno, Frecuencia cardiaca máxima y umbrales y zonas de entrenamiento, que ayudarán a optimizar nuestro rendimiento.
Un reconocimiento médico deportivo nos brinda numerosas ventajas, entre ellas minimizar riesgos al hacer nuestra práctica deportiva. Esto es algo indispensable para el deportista que todos, tanto aficionados como profesionales, deberíamos hacer al menos una vez al año, concluyó Mata.