Por: Jordi García Responsable de Nutrición y Salud deportiva. Licenciado en Ciencias de la actividad física y el deporte (Barcelona)
El dolor de espalda es una de los problemas más comunes en la gran mayoría de la población y los centros de fisioterapia están llenos de gente que va a masajearse la espalda para aliviar esta pesada molestia.
En este artículo quiero centrarme en porqué llegamos a este punto, qué ha pasado previamente y si hemos sido conscientes de los mensajes de alerta que nuestro cuerpo nos iba lanzando.
¿QUÉ MÚSCULOS DEBEN DAR ESTABILIDAD VERTEBRAL?
Antes de exponer cuáles son estos músculos déjame que explique de forma muy sencilla que la columna vertebral es un conjunto de pequeños huesos perfectamente estructurados para sostener nuestro cuerpo. Pues bien para mantener esta estructura necesitamos de una perfecta relación entre los distintos grupos musculares que se anclan en las distintas vértebras.
La musculatura que se encarga de que la espalda tenga sus curvaturas ideales, que la distancia entre vértebras sea la correcta o que estén bien alineadas entre ellas, son los músculos propios vertebrales que entre ellos forman un potente complejo muscular que van desde el atlas hasta el coxis.
Este complejo muscular está formado por cuatro grupos, intertransversos, interespinosos, rotadores y multífidos y cada uno de ellos tiene mayor o menor presencia en función de la zona de la columna. Si fallan, nuestro cuerpo desencadena una serie de compensaciones para mantener la estabilidad vertebral, a la larga, como siempre la compensación crónica se convierte en el problema.
¿LE DAMOS LA VUELTA?
Llegados a este punto me gustaría ampliar el enfoque y plantear una serie de dudas. ¿Realmente el dolor de espalda se debe siempre a un desajuste en la estructura de la columna? ¿Puede haber lesión vertebral sin dolor? ¿Puede haber dolor con disfunción muscular pero que su origen no esté en la disfunción muscular?
Intentaré exponer posibles respuestas a estas dudas que planteo. Para ello, antes quiero preguntarte ¿cuántas veces has sufrido de dolor de espalda y has probado de hacer estiramientos, masajes en la zona y el alivio ha sido poco o a las horas ha vuelto a aparecer?
LA INFLAMACIÓN:
Queda claro entonces que debemos ir más allá de la visión mecánica del dolor, y es necesario comprender que el dolor muscular no traumático y el articular espontáneo están generados principalmente por falta de aporte de energía a las células musculares y conjuntivas (hipoxia).
La falta de irrigación sanguínea, desencadena un proceso de inflamación para reparar los desperfectos de falta de oxígeno y nutrientes. Nuevamente, la solución acaba siendo el problema cuando es mantenido en el tiempo.
VÍSCERA-VÉRTEBRA-MÚSCULO-PIEL:
Comprender este punto es básico para poder ampliar el enfoque de la solución al dolor de espalda. Me explico, el dolor acaba percibiéndose mediante el sistema nervioso que envía la orden de sensación de dolor al cerebro y de esta forma nos hacemos conscientes de él. Bien, pues toda vértebra comparte una ramificación nerviosa con un órgano visceral, con unos determinados grupos musculares y con una zona de piel.
Esta relación a cuatro es, desde mis conocimientos actuales, hacia donde debemos ampliar el enfoque puesto que una alteración mecánica de la columna puede afectar a unos determinados órganos viscerales, pero también una disfunción visceral puede acabar causando dolor muscular y como consecuencia daño estructural en la columna vertebral.
¿EL HUEVO O LA GALLINA?
Para nuestro organismo, una alteración en uno de estos cuatro elementos es interpretada como una afectación a los cuatro. Por tanto generará un estado de inflamación-reparación en todas ellas. Cuando se cronifica afectará a las distintas estructuras interconectadas por vía nerviosa y es posible que con el tiempo la disfunción se convierta en cambios estructurales, por tanto lesión.
MENSAJE DE “SOS”:
Nuestro cuerpo va lanzando mensajes para advertirnos de que alguna cosa no está acabando de funcionar, el problema es muy claro; ¿entendemos su lenguaje? ¿Hacemos algún esfuerzo en entender su idioma?
Cambios en la piel, como rigidez, enrojecimiento o alguna zona más irritable. Molestias musculares después de comer ciertos alimentos como el cerdo, pescado azul, chocolate, ajo, cebolla o vino podrían ser algunos avisos que nos está enviando el cuerpo.
El típico dolor repentino que achacamos a un “mal gesto” o “mala postura”. Quizás ahora tenemos más elementos para pensar en que puede ser una advertencia que estamos recibiendo. Porque con el tiempo, acabará apareciendo de la nada un dolor sordo, ligeramente intenso y altamente molesto en la espalda, codos, hombros, rodillas, caderas o talones.
ENTONCES, ¿CUÁL ES LA SOLUCIÓN?
Es primordial ampliar el prisma, concebir el cuerpo como un conjunto de relaciones y conexiones complejas y que si actuamos en un punto afectará en otro. Alejarnos de la visión reduccionista de causa-efecto unidireccional y la misma respuesta para todos.
Hemos visto que el desencadenante puede estar en distintos lugares, y debe ser desde esta visión holística e integradora que debemos decidir las acciones a realizar para atacar el origen.