– Lucía Segarra, Licencia en Ciencias de la Act. Física y el Deporte, en Aragón Radio
El agua es un medio magnífico para la realización de actividades con las que prevenir y tratar numerosas dolencias. La colegiada y profesora de la Universidad San Jorge, Lucía Sagarra, analizó el pasado martes en Aragón Radio las más que evidentes ventajas de la natación terapéutica (también conocida por otros nombres, como terapia acuática, espalda sana en el agua…).
“El agua hace posible lo que parece imposible, transforma nuestra realidad”. Dentro del medio acuático se pueden realizar ejercicios que fuera resultarían imposibles, sobre todo cuando se tratan algunas dolencias. “Sabemos que este tipo de prácticas nacen como una necesidad para las personas afectadas de problemas de espalda, una alternativa a la natación tradicional de competición y un complemento a otro tipo de prácticas que se realizan en el medio terrestre”.
La flotación o menor gravedad que se produce en el agua provoca que se reduzcan compresiones de las fuerzas verticales, de manera que la persona va a poder hacer ejercicios que en tierra resultarían impensables. De este modo, “personas con poco rango articular pueden moverse con mayor soltura. La presión hidrostática favorece el retorno venoso y eso va a resultar muy productivo de cara a relajarse y puede tener un efecto analgésico en la disminución del dolor”, añadió Sagarra.
Se trata de prácticas que acogen a grupos heterogéneos, caracterizados en la mayoría de los casos por personas sedentarias, con una baja condición física que favorece la aparición de este tipo de patologías.
Los programas que se desarrollan en la natación terapéutica se dirigen principalmente al aparato locomotor, “estamos hablando de gente que tiene problemas de espalda, como la escoliosis… que son incapacitantes y pueden llegar a cronificarse. También se ha abierto a otras patologías, como artrosis, espondilosis, osteoporosis o fibromialgia, por lo que estaríamos hablando de un tipo de prácticas muy heterogéneas”, señaló Lucía Sagarra.
Las posibilidades que ofrece el agua son múltiples. Aparte de las ya señaladas hay que tener en cuenta que la temperatura. “Oscila entre los 30 y 33 grados, por lo que aumenta el calor del cuerpo, lo que ayuda a que el músculo se irrigue también mejor y se disminuyan tensiones”.
Para poder realizar este tipo de actividades ni siquiera es una condición indispensable saber nadar. “Resulta más importante saber desplazarse por el agua que nadar. Hoy en día las piscinas polivalentes, en las que se hace pie, permiten estas actividades sin ningún problema”.
De hecho, la terapia acuática se aleja de la concepción clásica de la natación, que tiene unos patrones de movimientos“centrados en el deporte y lo que buscan, por lo tanto, es el rendimiento. Vamos a poder aprovechar parte de los movimientos para la natación terapéutica, pero algunos de ellos no van a poder utilizarse, porque incluso pueden llegar a ser perjudiciales”, comentó Lucía Sagarra.
El agua, en resumen, ofrece nuevas posibilidades para continuar aprovechando los muchos beneficios, también terapéuticos, de la actividad física. Eso sí, como siempre si se realizan con la necesaria supervisión de un profesional debidamente titulado.